No es justificable
lo que de tu boca sale
ni lo que tus actos dicen.
La acciòn que antes justificaba, la mía, ya no existe,
la apologìa, los hechos y las pruebas que dan fe me hartaron.
Ni justa ni razonable ahora,
joven de márgenes irregulares con gracia divina
cansada de argumentos propios y ajenos,
que como excusa reclusa, exclusiva en cursiva,
se ajusta a un renglón.
A el ultimó.