Ayer vi su rostro, tenía hasta esos ojos medios verdes como sin ganas, la piel, hasta su forma de hablar. Hablamos durante más de una hora, y no podía dejar de pensar cada tanto, de dispersarme, de hacerme trizas, de recordar lo que siento cada vez que sus ojos me siguen en todas partes, en mujeres, en niños, en un amigo. En la profundidad con la que me miraba, aún con el sol de frente podía sentir esos ojos verdes de mala gana, podía apoyarme en su hombro y esperar que me acomode el cabello, que me acaricie la nariz.
Es que la sola idea me perturba, aún en sueños me visita aunque intento apagar el fuego. No dejo de creer que hay moldes, que le calcaron las facciones, que les enseñaron a hablar, de hecho son como un ejército, una serie de ojos, de posturas, de mierdas.
Tengo que decir, que me concentré en hablar como podía, en responder vagamente porque lo único que hice fue comparar lo que recuerdo de su rostro, con aquél que tenía en frente. En primer lugar era mujer y su cabello notáblemente distinto, le faltaba su lunar y esos lóbulos tan propios como bolitas de plastilina. Ella no era el, eso lo sabía, tampoco eran de plastilina, quizás de plástico, porque me recordó también lo que más me molestaba de él, ese acto pretensioso de ser un extranjero perdido en la ciudad, a la que tanto miedo le tenía. Al menos eso decía.
Y esto me pasa, estoy casi segura, por el culpable de las palabras narcóticas, perfectas, cada vez que lo leo, entro en ese mundo del cual no puedo ni quiero salir, pero tampoco soportarlo. Es como un paseo por el subterráneo, ayer fué también cuando estuve algo así como una hora debajo de la tierra, con la mirada perdida que esperaba la pregunta que alguna vez recibí: ¿No es a mi a quién buscas?
Tuve un silencio que huele a pérdida, a que te suelto la mano y mientras caigo puedo ver. El abismo no se le parece en nada a la nada. El abismo está tan lleno que quedé vacía. Quizás tenía un pequeño error de dirección, quizás de nuevo los desvíos eventuales, pero ayer me dispararon a la memoria y nosé si tontamente, ya espero su regreso, para que vuelva hecho otro, para que no encuentre el camino.