¡Casi chocamos!
Dijeron ahí adentro, como un accidente de tren las palabras se atropellan en mi
boca. Ninguna sale, ninguna dice nada o nadie. Aparece, resulta que una
tormenta se avecina. Triángulos diversos e infinitos, azules graves y agudos que silenciosamente caen con sus puntas
afiladas impregnando un perfume invisible incoloro e inmaculado.
¿Es un juego de
repetición? Algo como círculos cíclicos,
me pregunté también si fue por la dureza o si es que aunque parezcan suaves y dóciles
cortan al caer sobre mi mano. Parece una señal.