La abandonadora es abandonada en la estación, librada al azar, al dolor que el color propaga como cenizas en el aire.
Cuando las agujas del reloj se clavan, como un coro de piedras que calman la herida, estas dicen que el tiempo no es gratis, aniquila suspiros que de su boca caen distraídos. Solo quiere que pase el tren ruidoso, de antaño.
Espera mirando su piel, en la blancura invisible las agujas se perciben, mientras rompe el pasaje en un bolsillo de oídos, llegó la hora deseada.
Un paisaje estalla en un grito de odios, cuando el tren pasaba por encima.
1 comment:
mmm
pasamos del juego "en" la palabra al juego "con" las palabras...
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