15 June, 2008

La escena decente

Aquellos dijo ser alguno su preferido, mis escritos crotos, fàciles como las mujeres que desvestidas coquetean a los oscuritos y mentirosos de la noche, rondando por lo inùtil de pensar lo no nacido hasta encontrar el modo de decir lo que hay cuando nada hay si quiera que ocultar y advierto no me quejo, pero se pide disculpas por las molestias ocasionadas a la gente que en apariencia la vida les baila atenta y campante vestida de rosa, color poco digno de ser sangre.
Todo sucede vertiginosamente con las voces en sus veces de soledad, gritàndole el miedo al oìdo desde adentro, menciono su nombre con enfàsis, es algo que disfruto como saborear a los cuadros que nunca he pintado, que aùn no he bebido y aùn asì admiro con un poco de sordidez su mejor pose de distracciòn.
La justicia ejerce una extraña fuerza de atracciòn, dijo su voz interior, pero de repente se veìa defendiendo ALGO sin mucho sentido, se desviaban las palabras que disparadas al silencio quebraban la paz como un dèbil cristal que apenas en unos instantes se rompe en pequeñas instancias que se saben veinticuatro años de memoria:
La escena acaba de comenzar, miro a mi alrededor con un dejo de odio y bronca ante la estùpida interpretaciòn y la falta de coherencia en las palabras mal utilizadas. La gente que cada dìa se hace màs gente y menos cercana. Eso no es lo que creìamos. No quiero decir el nombre, me veo sola parada en medio de la habitaciòn, sin nada màs que decirles.
La decencia y los dìas transcurrían con una claridad asombrosamente àcida. Era como resolver un càlculo matemàtico enorme, saber que la ausente disciplina resolvería mi ecuaciòn, era igual a como cuando de repente solo era ¨tù hija¨ y dejaba ser ¨la nuestra¨ desde la errònea voz de mis progenitores.
Allì estuvo el primer error, de la presentaciòn y el espacio.. ahora..
¿Què se dice? ¿Què se hace? ¿Còmo? ¿Cuàndo? y... ¿Con quièn?

2 comments:

Faro Rojo said...

¿y la secuencia indecente?

Intrínseco said...

Quizás todas las preguntas tengan la misma respuesta, que está escondida en aquel lugar sin llave debajo del océano de tus miedos, al que llegarás, sin duda alguna, cuando los párpados se animen a moverse como las alas del colibrí más rápido del mundo. Sólo hace falta que tu fe no se inmaterialice y que sigas constante por el rumbo de los interrogantes que buscan oraciones que cierren (circunstancialmente) el círculo.