He aquí un nuevo error dijo al levantarse un día soleado e impar del calendario. Sobre el mismo observó una nota melosa que cae y rebota entre las hojas de sus cuadernos inútiles. De todo lo que quiere decir se acuerda poco, hierve los ojos y en su reflejo puede ver un peinado altanero, digno de alguna belleza de posguerra que entre los tragos y algunas monedas pasaban la noche. Pero aquí no había explosiones, era una mañana fresca y estaba sola unos cincuenta años más tarde, finalmente desde su habitación esbozó algunas palabras, todas formaban frases incompletas sin algo de coherencia más que un amable hilo artificial que la tomó por sorpresa, enrredando sus pies hasta dejarla caer como parte de un pequeño coqueteo de la conciencia con la muerte
Yacía sobre el piso de madera gastado, en un camisón de color blanco se había desparramado como pudo sin poder. Es la incertidumbre la que viste el encantamiento y los dolores que se van formando en derredor de su figura. Ante la situación insoportable, tomó sus cosas desesperadamente y corrió hacia afuera, debía hablar con alguien, el vapor se escapaba por sus ojos, su cuerpo ardía burbujeante, del cuerpo solo quedaba la memoria mientras se alejaba de la escena del crimen.
La esperé largo rato en la esquina, pero nunca llegó, por mi parte, puedo decir que me cansé de dibujar rostros enteros, la había notado algo distinta aquella mañana en el espejo, pero no se me ocurría razón para sospechar de algo u alguien.. ¿Acaso necesita saberlo? Estimo que nosotras tampoco.
No comments:
Post a Comment