15 January, 2008

Ajedrez

Habíamos hablado de tantas cosas importantes que pretender mencionarlas ahora, podría ser casi como servirme en una pequeña bandeja hacia los comensales, una niña envuelta con danza, pero no. La bandeja está rota y es de color rojo; frìa como la carne insulsa a punto de ser mutilada. Por lo que sòlo se ofrecen voces en el menú del mes.
Grito la felicidad, cuando al olvido no se le caen las pestañas en un hoyo profundo, aunque este se encuentre seco; entonces quizás sea por eso que deba descender por la madriguera, caminar en el cementerio sin alterar su primer consonante. Despacio esquivando al rey, la reina, alfiles, torres y caballos, mientras provoco un pequeño saltito musical al desplazarme, deseo tenderme en el piso con los pies para arriba pero con la boca para abajo y así espero capturar en un papel con formas y palabras el dulce aspecto de mi araña. ¡Ella es tán coqueta!, que posa para la imán gen con sus cuatro pares de patas. En la boca lleva un par de uñas venenosas bicolores. Viste un sombrero fresco y delicioso; la mitad de una naranja que tiene de seis a ocho centímetros de diámetro, sus gajos agridulces son el último silencio de la moda.

1 comment:

Intrínseco said...

Y pensé en un ajedrez en donde las naranjas son los peones y la reina es un araña que se mueve en por los casilleros como pancha por su telaraña, que hasta se da el lujo de posar para un book imaginario que todos anhelan pero nadie se anima a ver cuando sale el Sol. Ni siquiera puede hacerlo el fantasma de una mona embarazada.
Exprimido.