Los lóbulos permanecen inalterables y ausentes,
se deshacen en mi mano durante las noches extensas
donde las lluvias anunciadas hacen lo suyo.
Las montañas no viajan por un beso de agua,
se limitan en sus mapas a esperar el acierto del pronóstico.
Hay sequía en los errores.
Una solución de sal pasea por mi rostro,
palabras diluídas descansan en mi garganta.
Ojos cerrados como las persianas de un local
evasor y clausurado.
Visitante de los paisajes compartidos,
enrredadera mágica y despeinada
quisiera no tengas temor de mi.
Sólo te quiero querer.
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